Imagina que estás perdido en mitad de un bosque. Varios caminos discurren a tu alrededor, algunos entrecruzándose y otros más rectos, pero todos se pierden en la espesura sin que puedas ver dónde acaban. ¿Cuál de ellos te conducirá a la ansiada salida? La única forma de saberlo es escogiendo uno a ciegas, guiándote de tu gusto o tu intuición, y seguirlo hasta el final. Quizás hayas acertado o quizás no, pero no lo sabrás hasta que el camino acabe.
Ahora imagina que eres aquel afortunado que observa el bosque desde la lejanía de lo alto de una montaña. El trazado de los diferentes caminos destaca entre los árboles perfectamente desde donde estás. Puedes seguir a simple vista todos los contornos con facilidad y apenas te cuesta unos segundos averiguar cuál de todos ellos es el acertado.
Hay una gran diferencia entre el primer caso y el segundo. En el primero estás dentro del bosque. Formas parte de él y él de ti, tienes que ingeniártelas para salir, lanzar tu apuesta y acogerte a un sendero, y solo el tiempo dirá si acertaste. En el segundo eres un observador ajeno, y más allá de la curiosidad que pueda suscitarte, te traen sin cuidado los caminos porque estás fuera y bien lejos, así que no tienes que preocuparte por salir de ahí.
El significado de la música contemporánea
Para entender el significado de la música contemporánea, vamos a relacionar la idea de “bosque” con la de “periodo musical”. Cuando ese bosque es el Barroco, nosotros, moradores del siglo XXI, lo observamos desde la distancia. No es nuestra época así que no es nuestro bosque. Sus caminos ya fueron recorridos de cabo a rabo por cientos de músicos, y los que alcanzaron el final fueron los que lanzaron sus preciadas obras hasta el día de hoy. El bosque del Barroco está ya más que cartografiado, lleno de señales y hasta de carteles luminosos que nos describen cada uno de los caminos y que defienden a ciencia cierta los correctos, pues desde donde estamos podemos ver claramente cuáles fueron los que funcionaron.
Sin embargo, el bosque de la música del siglo XXI es un terreno inexplorado en el que nos encontramos todos perdidos y desperdigados, tanto los compositores actuales como nosotros mismos, sus oyentes. No hay nada escrito así que es imposible saber cuál de todos los caminos que se extienden ante nosotros será el acertado. Sólo podemos escoger uno y ver qué nos pasa. Por supuesto, algún listo intentará subirse a un árbol y convencer a los demás de que su perspectiva es la mejor, pero no os engañéis que por más que trepe solo va a conseguir ver las hojas de las copas vecinas, y si afirma lo contrario miente.
¿Te atreverías a decir que Mozart era un mal compositor?
Pero esto no es nada malo sino todo lo contrario. ¿Te atreverías a decir que Mozart era un mal compositor? No puedes hacerlo. El distanciamiento histórico ha demostrado que, independientemente de que su música nos guste más o menos (que puede pasar, para gustos los colores), su camino era uno de los correctos. Quien intente negarlo, se verá aplastado por un alud de tratados históricos que tacharán su opinión. Pero la cosa cambia cuando hablamos del bosque en el que nos ha tocado perdernos a nosotros.
¿Por qué hay tanta discusión con respecto a la validez o a la calidad de la música contemporánea?
Porque no existe aún verdad absoluta que defienda unas obras por encima de otras, solo opiniones personales. No existe ningún mapa que nos dé pista de cuáles pueden ser los caminos correctos ni hay brújula que apunte a la salida. Y como ya hemos dicho, para gustos los colores. La única verdad la dará el distanciamiento histórico una vez hayamos logrado salir de aquí, habiendo dejado atrás nuestra época y su movimiento estético. Y aquí es donde se haya el verdadero placer de la música contemporánea.
Gracias a esto, somos libres. Podemos recorrer del bosque siguiendo el camino que más nos llame la atención, que más nos guste o que más interesante nos parezca. No hay nada escrito así que todos son igual de válidos y correctos. Podemos limitarnos a disfrutar de la senda que escojamos, es decir de los compositores que más nos gusten, sin preocuparnos de si son buenos o malos. Porque al ser este nuestro propio bosque, esa labor no nos corresponde a nosotros.
Los compositores de las obras que interpretaremos la orquesta COAM en nuestro próximo concierto, tienen muy claro qué camino están siguiendo. ¿Serán los correctos? ¿Será alguno de ellos el explorador que sin saberlo haya dado con la gran senda de la estética de nuestra época como en su día hicieron Mozart o Bach? Solo el tiempo podrá decir quién de todos ellos tiene razón, pero mientras tanto ¿qué más da? Lo más seguro es que ninguno de nosotros sigamos en este mundo para cuando esa verdad se esclarezca. Así que aprovechémonos.
Ya que estamos perdidos en este bosque, escuchemos toda la música que podamos y limitémonos a disfrutarla juntos, sin juzgarla, ya que los criterios para hacerlo aún no se han consolidado lo suficiente como para ser fiables. El único baremo válido es personal y está en tu propio gusto. Ya se encargará el tiempo de hacer el trabajo sucio de la catalogación. Mientras, nosotros solo tenemos que dejarnos llevar por nuestro camino y disfrutar de los paisajes que encontremos.
Paula Cervel
(violinista de COAM)
!Qué grande Paula!, Me ha encantado tu artículo
Buen artículo y explicación. Es una lectura muy recomendable. ! Gracias Paula !
Que fortuna estar perdido en este bosque de posibilidades.
Todos los que se deciden por cualquier camino están viviendo y nos permiten conocer y vivir cada camino.
Creo que importa poco preocuparnos por cual es el correcto.
Gracias a todos por compartir cada paso perdido del bosque.
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