Como os comentábamos en el artículo anterior, tenemos mucho que contaros sobre el programa que interpretaremos el 12 de Diciembre en el Centro Cultural Paco de Lucía. Iniciamos con éste, una serie de cinco «episodios» que dedicaremos los Strauss y el concierto de año Nuevo de Viena.
En este primer capítulo hablaremos de la sociedad y los acontecimientos históricos de la Viena del siglo XIX, ciudad natal de los Strauss.
La Viena de los Strauss
El lugar en el que trabajan los artistas condiciona su obra y los Strauss vivieron en Viena, el corazón del inmenso y multiétnico Imperio Austrohúngaro, “un mundo seguro” que protagonizaba su canto del cisne.
En el próximo concierto de Conjunto Orquestal Académico de Madrid, vamos a escuchar las melodías que puso a su época esta familia de músicos cuyas vidas, curiosamente, se ajustan a grandes hitos históricos: Johann Strauss I (1804 – 1849) y sus hijos Johann II (1825 – 1899), Josef (1827 – 1870) y Eduard (1835 – 1916).
La música en la sociedad del siglo XIX
Hablamos de un tiempo en el que el oficio de músico conservaba muchos rasgos de los antiguos gremios y se transmitía frecuentemente dentro de la familia. Como no existía la música grabada, el cortejo, las fiestas y los duelos de la gente corriente se envolvían en melodías que tocaba en vivo el violinista o el pianista, y la música de baile desempeñaba esta misma función social en los palacios y los teatros: las diferencias solo eran de glamour.
El vals en la corte de Viena
Si la Francia de Luis XIV había impuesto como baile cortesano el minué, cuyo dominio se mantuvo durante todo el siglo XVIII, el XIX es el siglo del vals, y fue la corte de Viena su gran impulsora.
El vals antes de los Strauss
Los Strauss no crearon el vals vienés, que ni siquiera era una danza local. La bailaban los campesinos en los Alpes y, en ese camino de ida y vuelta que tantas veces ha recorrido la música entre el pueblo y las elites, fue sofisticándose hasta que le dio su forma definitiva Josef Lanner (1801 – 1843), un músico emprendedor que llevó esta danza desde los suburbios de Viena a la corte de los Habsburgo.
Pero sin los Strauss, la historia del vals no habría sido la misma.
La Viena de Johann Strauss I
Johann Strauss padre vivió en la época ultraconservadora y segura de la Restauración, equilibrio fraguado en el Congreso de Viena (1814 – 1815) tras la derrota de Napoleón, en un intento de hacer como si la Revolución Francesa y los liberales no hubieran existido, y los soberanos reinaran como enviados de Dios.
En la Viena de este tiempo conocido como periodo Biedermeier (1814 – 1848), la vida de las clases acomodadas a las que entretenía Strauss fluía serenamente, refugiada en la amabilidad de lo cotidiano y ajena a las responsabilidades políticas, que seguían reservadas a muy pocos.
Johann I murió poco después de que la revolución de 1848 resquebrajara esa estabilidad.
El tiempo de los jóvenes Strauss
A partir de entonces, la vida de los tres hermanos Strauss coincidió con el reinado del longevo Francisco José I de Austria, que se prolongó desde la muerte de Johann padre en 1849, hasta la de su hijo Eduard en 1916.
Josef (1827 – 1870), el segundo de los hermanos, murió cuando el Imperio empezaba a desintegrarse. Francisco José I ya había tenido que aceptar la autonomía de Hungría y que el Imperio Austriaco se convirtiera en Austrohúngaro. Se completaba la unificación de Italia, en gran parte a costa de Austria, y el canciller Bismarck fundaba la Alemania del II Reich, heredero de Carlomagno, humillando así al Emperador austriaco; años más tarde el III Reich de Hitler culminaría esta política invadiendo Austria.
El Emperador se aferraba a un absolutismo anacrónico, como un padre bondadoso pero inflexible. En la corte, una multitud de condes, príncipes bailaban el vals y seguían controlando la política, la administración y el ejército.
Bailando al borde del precipicio
En las tres últimas décadas del siglo XIX, desde la muerte de Josef a la de Johann hijo, se percibían tensiones sociales, las lágrimas borraban a menudo la sonrisa de la hermosa Emperatriz Isabel (en Hollywood, Sissi), el heredero de la Corona aparecía muerto con su amante en un sórdido episodio sobre el que el cine ha fantaseado…
Pero la corte vienesa no se inmutaba, la apariencia del conjunto era tan sólida, se bailaba tanto en Viena al son de la música de Johann II y Eduard Strauss, los cafés y teatros estaban tan llenos, que ningún peligro parecía serio.
El centro de la ciudad se remodeló, como hacía el París de la época; se derribaron las murallas medievales poco antes que las de Madrid, y se abrió la elegante avenida anular Ringstrasse, flanqueada por viviendas burguesas de lujo e instituciones públicas: el Parlamento, el Teatro, la Ópera, la Universidad, construidos con la solidez y los estilos del pasado.
El honor de la ciudad
Si de algo podía alardear Viena era de su actividad cultural, imbuida del espíritu wagneriano de la obra de arte total. Eso sí, partiendo de que ser joven se consideraba un defecto y ser innovador un peligro. Stefan Zweig nos habla de la Viena de final del siglo XIX:
“Mientras en política, en la administración y en la moral todo iba como una seda y la gente se mostraba indiferente y bonachona ante un ‘desliz’ e indulgente ante una falta, no había perdón para las cosas del arte; estaba en juego el honor de la ciudad. Todo cantante, actor y músico tenía que dar lo mejor de sí mismo; si no, estaba perdido. […] Teníamos y tenemos por modelo un nivel como pocas ciudades del mundo han inculcado a los futuros artistas.”
Zweig, Stefan, «El mundo de ayer, Memorias de un europeo»
Fin de siglo en Viena
Cuando murió Johann II (1825 – 1899), Klimt y un grupo de jóvenes artistas vieneses organizaban el movimiento cultural de la Secession, los arquitectos se sacudían el peso de la tradición, la inquietud latente en la música de Mahler se intensificaba en la de la nueva generación de músicos, Sigmund Freud demostraba que las aguas mansas esconden grandes turbulencias…
Por fin, el asesinato en Sarajevo del heredero imperial y su esposa provocó el estallido de la Primera Guerra Mundial y la desintegración del Imperio, cuyo fin no vieron Eduard Strauss (1835 – 1916) ni el anciano Emperador.
Sin embargo, nada en la música de los Strauss permite adivinar que la paz de aquel mundo tranquilo estaba en peligro.
No te pierdas los dos próximos artículos que dedicaremos a la saga de los Strauss.
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